miércoles, 2 de marzo de 2011

multiplicando panes y vida en Ludueña

Vicaría Sagrado Corazón, multiplicando panes y vida en Ludueña


Son más de tres mil los comensales que asisten diariamente a los siete comedores que dependen de la Vicaría del Sagrado Corazón, en Barrio Ludueña. Lo que se recibe del estado provincial y municipal alcanza para poco más de dos mil raciones. "El resto es multiplicación de los panes", dice con una sonrisa el cura Edgardo Montaldo, al frente de la Vicaría y de un grupo importante de personas que no sólo multiplican los panes sino también las actividades desde la escuela con jardín de infantes y nivel primario, la escuela de enseñanza media para adultos, el centro de capacitación y alfabetización y múltiples grupos y espacios de prevención de violencia familiar y abuso infantil, de promoción de la salud y de encuentro de jóvenes. 


Son más de tres mil los comensales que asisten diariamente a los siete comedores que dependen de la Vicaría del Sagrado Corazón, en Barrio Ludueña. Lo que se recibe del estado provincial y municipal alcanza para poco más de dos mil raciones. "El resto es multiplicación de los panes", dice con una sonrisa el cura Edgardo Montaldo, al frente de la Vicaría y de un grupo importante de personas que no sólo multiplican los panes sino también las actividades desde la escuela con jardín de infantes y nivel primario, la escuela de enseñanza media para adultos, el centro de capacitación y alfabetización y múltiples grupos y espacios de prevención de violencia familiar y abuso infantil, de promoción de la salud y de encuentro de jóvenes.
"El inicio de estas actividades, de estos espacios, de estos proyectos que se están llevando a cabo, surgió por un encuentro de personas en el año 1968. Era la época en que la juventud se volcaba a las barriadas: grupos políticos, universitarios, parroquiales, los fines de semana llenaban los barrios, las villas, llevando la inquietud de sus sueños de un mundo mejor, que traducían en encuentros o en actividades culturales, recreativas", cuenta Edgardo sobre los orígenes de lo que hoy es la Vicaría.
"Después vino el tiempo del proceso, que cortó cabezas en esta búsqueda de ir realizando sus sueños. Ese tiempo del proceso trató de castrar los sueños en los sobrevivientes y durante ese proceso hubo muchos mártires que sacrificaron, dieron su vida, en la búsqueda de esos sueños", sigue el relato Edgardo, que señala que después del 83 "comenzó un período de democracia, pero no aflojó el control de todos los que sostuvieron ese proceso para seguir amenazando o cortando".
"A lo mejor no se hace ahora con una presencia militar, como fue durante el proceso, pero sí la mafia política y económica tiene sus ramificaciones, por las cuales va produciendo nuevos mártires, encaminando a la juventud, a los que sueñan y tal vez no tengan posibilidades, por el lado de la violencia, de la droga. En este momento lo que se nota es que de parte de la mafia hay toda una sobreprotección a aquellos que están trabajando contra la defensa de la vida, a aquellos que lideran el narcotráfico, la violencia, que ponen armas en los pibes. Tienen un poder extraordinario porque están protegidos por aquellos que deberían dar seguridad al pueblo", añade Edgardo, que a la vez que marca su preocupación por la continuidad y el aggiornamiento de la represión y la cultura de la muerte rescata que, "a pesar de tanta sangre, de tantas cabezas cortadas, no se cortaron los vasos comunicantes". Y rescata también que en la sociedad en general hubo cambios de actitud positivos: "eran muchos los que nos decían a los villeros no les den de comer, mándenlos a trabajar, porque si hay indigencia es por culpa del pueblo vago, ignorante. Hace cuatro o cinco años nos dimos cuenta que vagos, ignorantes, hay en la villa como en Olivos, como en la Casa Rosada, como en todas partes. Y nos dimos cuenta que nos estaban robando el país a todos. Desde ese momento nos dimos cuenta que o nos sumamos todos o cagamos todos", resume.
"Yo miro a Moisés -continúa Edgardo-: libera a un pueblo de la esclavitud, lo saca al desierto 40 años para poder llegar a su propia tierra, generosa, rica. Ese pueblo esclavo, en tiempos de Moisés, pudo zafar del faraón, de la mafia política y económica y cruzar un mar Rojo que lo separó de esa dominación. Esos 40 años, que fueron bravos, los tuvieron que hacer también en una lucha interna. En un momento lo qusieron linchar a Moisés; le decían nos sacaste de la esclavitud para traernos aquí al desierto; allá comíamos ricas cebollas y acá nos estás entreteniendo con una maná aburrido. Pero esos 40 años fueron purificando a un pueblo para poder entrar en la tierra prometida, porque si no entraba también su espíritu de esclavos. Nosotros llevamos toda una mentalidad de esclavos, que bendecimos y besamos las manos de los dominadores que nos tiran cada tanto algunos caramelos. Ese pueblo pudo realizar esos 40 años en el desierto y lejos de los opresores, pero nosotros lo tenemos que hacer dentro de nuestra tierra prometida, dentro de la abundancia y con los faraones que van adminstrando nuestros bienes.
Creo que hemos empezado un tiempo nuevo, un tiempo histórico, con todos sus matices. Y aún también, este nuevo gobierno, que yo y muchos no lo hemos votado, nos está dando algunos gestos que tenemos que aprovechar. No sabemos si está apuntando a liberarnos del todo o si es un cambio de dueño, nada más. Creo que vale la pena que aprovechemos estas instancias, estos momentos, para seguir haciendo los años de desierto, teniendo en cuenta esas desventajas que no tuvo el pueblo que liberó Moisés. Comenzaron ciertos movimiento, ciertos aportes, ciertos gestos, que nos están llevando a sumarnos para que realmente defendamos todos lo nuestro".

por enREDando.org.ar